Bienvenido al 2023

Ya sea que el año pasado terminó en una serie de hermosas cenas familiares, o si parece que apenas llegaste al 2023, estás aquí. Esta temporada puede estar llena de resoluciones y buenas intenciones, promesas que nos hacemos a nosotros mismos para mejorar nuestra salud o cambiar nuestros hábitos, pero ¿y si, en cambio, estuviera llena de Jesús? ¿Qué pasaría si, en lugar de tratar de cambiar para acercarnos a Él, permitiéramos que el Señor nos cambie a medida que nos acercamos a Él?

Donde otros están tratando de encontrar la disciplina y el esfuerzo para forzar un estilo de vida nuevo, nosotros tenemos acceso a un poder como ningún otro: tenemos acceso a la gracia de Dios. Como lo definió una persona, la gracia de Dios es “su presencia poderosa para cambiar”. Aquí es donde Él aparece, con todo Su poder y amor para decirnos: “Si estás conmigo, no estás tratando de cambiar por ti mismo. Si te quedas sin energía o motivación, puedo ayudarte. Si fallas, puedo restaurarte. Si no sabes qué pasos tomar, puedo enseñarte”. En el momento en que invitamos a Jesús a vivir en nuestros corazones, Él estuvo listo y dispuesto a llevarnos a la transformación, a llevarnos de lo que hemos sido, a lo que fuimos creados para ser. ¿Cómo cambiaría tu vida si creyeras lo que Él dijo? ¿Dónde estarías si caminaras en obediencia de todo corazón ahora en lugar de esperar el momento perfecto?

Comenzar un nuevo año a menudo viene con la determinación de hacer cosas que nunca antes habíamos hecho, de cambiar para mejor, pero lo milagroso de la vida cristiana es que en realidad podemos comenzar de nuevo todos los días.

Como iglesia, solemos empezar el año con 21 días de consagración. Durante este tiempo, oramos, ayunamos y pasamos tiempo intencionalmente con el Señor para dedicarle nuestro año. Es posible que hayas oído hablar de esta temporada y hayas pensado: “Eso suena bien, pero nunca podría hacer eso”. o “¿Oh ayuno? No sé qué es eso, pero parece que es para los cristianos realmente buenos como los pastores o los líderes de grupos de amistad, definitivamente no para mí”. Pero lo que realmente está sucediendo aquí es que estamos tomando la palabra de Dios. Si Él quiere hacer nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5), queremos que Él comience con nosotros. Si Él quiere transformarnos renovando nuestra mente (Romanos 12:2), queremos darle pleno permiso para invadir nuestros pensamientos. Cuando ayunamos, estamos dejando ir algo que nos da fuerza o consuelo (comida, dulces, medios, carne, etc.), para recibir la presencia y el poder de Dios de una manera completamente nueva. No es un momento para morirnos de hambre para que Dios haga lo que queremos que haga, sino una temporada para bajar el ruido para que podamos escuchar Su voz más claramente que nunca antes. Dios quiere transformarnos, Él sabe y ve para quién nos creó, y anhela quitar todo lo que impide el amor para que podamos estar en una amistad profunda e ininterrumpida con Él.

Whether last year ended in a series of beautiful family dinners, or it feels as though you barely made it to 2023, you are here. This season can be filled with resolutions and good intentions, promises we make to ourselves to improve our health or change our habits, but what if it were filled with Jesus instead? What if, instead of trying to change so we could come closer to Him, we allowed the Lord to change us as we draw closer to Him?

Where others are trying to muster up the discipline and effort to forcefully redirect their lives, we have access to a power unlike any other: we have access to the grace of God. As one person defined it, God’s grace is, “His empowering presence to change.” This is where He shows up, with all of His power and love to tell us, “If you are with me, you are not trying to change on your own. If you run out of energy or motivation, I can help you. If you fail, I can restore you. If you don’t know what steps to take, I can teach you.” The moment we invited Jesus to live in our hearts He has been ready and willing to lead us to transformation ­ to take us from who we have been to who we were created to be. How would your life change if you believed what He said? Where would you be if you walked in wholehearted obedience now instead of waiting for the perfect moment?

As a church, we usually start the year with 21 days of consecration. During this time, we pray, fast, and spend intentional time with the Lord in order to dedicate our year to Him. You may have heard about this season and thought, “That sounds nice, but I could never do that.” or “Oh fasting? I don’t know what that is, but it sounds like it’s for those really good Christians like the pastors or the friendship group leaders, definitely not me.” But what’s really happening here is we are taking God at His word. If He wants to make all things new (Revelation 21:5), we want Him to start with us. If He wants to transform us by renewing our minds (Romans 12:2), we want to give Him full permission to invade our thoughts. When we fast, we are letting go of something that gives us strength or comfort (food, sweets, media, meat, etc.), to receive the presence and power of God in a whole new way. It is not a time to starve ourselves so God will do what we want Him to do, but rather a season to turn down the noise so we can hear His voice more clearly than we ever have before. God wants to transform us, He knows and sees who He created us to be, and He longs to take everything that hinders love so we can be in uninterrupted, deep friendship with Him.

Starting a new year often comes with the resolve to do things we’ve never done before, to change for the better, but the miraculous thing about the Christian life is that we actually get to start new every day.

And he who was seated on the throne said, “Behold, I am making all things new.” Also he said, “Write this down, for these words are trustworthy and true.” Revelation 21:5.